Sucumbir ante las lagrimas es un acto reflejo de quienes aun no han encontrado el camino de la salvación, eterna e indeleble, por cuanto han de ser testigos omniscientes del cruel acecho de un sentimiento paranoico de desidia y desolación.
Lastimar con regocijo, no atesorar cada valioso segundo que se recibe, y mentirse a uno mismo, o lo que es peor, ver esas mentiras como verdades absolutas de algo que nunca se conoció antes y nunca se hara, por la simple presión de creerse algo que nunca podrán ser, por no tener la capacidad de aprenderlo.
Mirar con recelo el futuro y hacer de sus dias un yugo, atormentados por la pesadilla de no volver a ser, jamás. La soledad ajena crecerá y se hara suya, hasta contar historias con las que alguna mente tendrá un "dèjá vu", por haberlas vivido, pero sin recordarlo.
Lastimar con regocijo, no atesorar cada valioso segundo que se recibe, y mentirse a uno mismo, o lo que es peor, ver esas mentiras como verdades absolutas de algo que nunca se conoció antes y nunca se hara, por la simple presión de creerse algo que nunca podrán ser, por no tener la capacidad de aprenderlo.
Mirar con recelo el futuro y hacer de sus dias un yugo, atormentados por la pesadilla de no volver a ser, jamás. La soledad ajena crecerá y se hara suya, hasta contar historias con las que alguna mente tendrá un "dèjá vu", por haberlas vivido, pero sin recordarlo.
Lars Kronstadt
No hay comentarios.:
Publicar un comentario