Mi nombre es Helena. (Pensando que puedo escribir alguna ficción con un personaje con mi nombre, supongo que empezar diciendo esto es una manera de diferenciar un escrito personal)
Estaba llevando a cabo una tarea de la cual nunca estuve segura si obtendría un beneficio: poner en forma a mi aliado Gogo. Gogo es gordito, lento y medio torpe, usa anteojos y es tímido; quizás alguna de esas características sea una consecuencia indirecta de una o dos de las otras, pero aún no estoy segura de cual sea cual; a veces me recuerda a Carl, el amigo e Jimmy Neutrón (risa).
Estábamos trotando por el pueblo (o la ciudad o como se le llame) y cambiamos la marcha a simple caminata para tomar aire cuando nos acercábamos a la plaza. Pasamos junto a un maxi-kiosco y un grupo de cuatro chicos conocidos, ni aliados ni amigos, comían helados con palito hasta que comenzaron a gritarle cosas al simpático gordito, tratándolo de todo menos de simpático, mientras reían burlones a carcajadas.En ese momento le cité una frase de Elso Spech Zarathustra: “No levantes tu mano contra ellos, pues son innumerables y tú no has nacido para ser espantamoscas”. Es decir: qué sentido tendría pelearse con alguien que no va a dañarnos físicamente? Palos y piedras pueden dañar nuestros cuerpos, pero a las palabras se las lleva el viento.
Y ahí llegó el palo. Uno gritó: “no vas a adelgazar si tenés ahí toda una torta”, haciendo alusión a mi naturaleza les. Otro (supongo que fue otro) arrojó un palito de helado que impactó contra mi persona, más precisamente en la nuca. Más allá de que un palito de helado no pudiera dañarme, lo tomé como una especie de desafío.
“Eso es lo mejor que podés hacer? Lo más valiente es tirar un palito?” le dije a uno, sin perder de vista a los otros tres. Avancé hacia ellos y uno simplemente se echó a andar y no volvió a aparecer ni a hablar el resto de la tarde. Uno me quiso apartar, insinuando que yo era una mala persona por buscar pelea, sin darle sentido a sus palabras ya que fueron ellos quienes empezaron; por eso y por ponerme una mano encima ligó primero: lo aparté casi la distancia de un brazo extendido, suficiente para tirarle una patada que le dio justo en la boca. Los otros dos atacaron juntos y me vi obligada a esquivar el ataque agachándome, y encontré que ese momento era ideal para un ataque que había estado practicando; o, mejor dicho, tenía tan metido en mí un movimiento que en ese momento me surgió solo: apoyé ambas manos sobre el suelo y como si me parara de manos levanté las piernas, pero extendiéndolas en direcciones opuestas, y así logré darle una patada en el pecho a cada uno de ellos, con más fuerza de la que esperaba. Uno cayó derribado, el otro se fue sujetándose el lugar donde le pegué.
El movimiento que había intentado sacar últimamente era la patada especial de Chun-Li, tan irreal como pareciera.
Gogo dijo “Wow! Cuanto me falta para llegar a hacer eso?”. Ambos nos partimos de la risa y nos fuimos, a seguir entrenando y a mirar pasar a las chicas…
Hellin
2 comentarios:
El ataque se llama: Sen'en Shuu.
Gracias google!
Genial!!! A seguir demostrándole al mundo que nadie tiene derecho a meterse con nadie y el respeto es fundamental entre todos. Y si no lo aprenden por las buenas...siempre hay una buena patada que los hará caer a tierra ;)
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