Cuando lejana te encuentras, como ahora,
en extrañas compañías y substancias
te percibo como el día obnubilada
gris y triste en ésta fúnebre distancia.
Y quisiera en tenues besos alcanzarte,
y tenerte entre mis manos resguardada
tal vez haya llegado la hora señalada
en la cual tu sino me obliga a abandonarte.
Pues por mareos enfermizos me truncaste
y yaciendo te imagino en turbias aguas
entre nubes del vapor de telarañas
nublada y oscura mente desgraciada.
Mas, ni en mil vidas perderías tú mi amor,
del cual se hizo adicto mi propio corazón
y ahora espero, frío y solo en el dolor
a que regreses, con tu brillo y esplendor.
Sumergida en tu oscuro infierno de adicción
llena mi mente de tristeza y depresión,
pues te adoro, te amo y con todo el corazón,
No, no mueras lejos mío, no, por favor.
Oda a una amada drogadicta
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