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McVeigh (I)


El 21 de agosto de 1992 agentes del FBI protagonizaron un tiroteo con Randy Weaver, partidario de la segregación racial, por vender armas ilegalmente a un informante del gobierno. El resultado fue de tres muertos: la esposa de Weaver, su hijo y un policía.
En febrero de 1993, la ATF tomó por asalto la sede de la secta davidiana en Waco, Texas, para cumplir una orden judicial por venta ilegal de armas. Tras un tiroteo, cuatro agentes y seis davidianos murieron y varios otros resultaron heridos, entre ellos el líder de la secta, David Koresh. Los agentes se retiraron y los davidianos permanecieron en su sede. McVeigh decidió entonces viajar a Waco para presenciar los hechos, pero se le impidió el paso en un puesto de control. Después de asistir a varias exposiciones de armas, viajó a la granja de su amigo Terry Nichols, en Decker, Míchigan. Allí se encontraba cuando el cuartel de los davidianos fue incendiado por la policía. Murieron Koresh y 75 miembros de la secta. Este hecho fue decisivo en su vida y reafirmó su pensamiento antigubernamental.
McVeigh y un socio robaron de una cantera 1.800 kilos de nitrato de amonio y varias cajas de Tovex altamente explosivas. Con éstos fabricaron una furgoneta-bomba. Previamente, McVeigh estacionó su medio de escape, un automóvil Mercury de color amarillo. En él puso un cartel para no remolcarlo y dentro un sobre con un escrito donde explicaba sus motivos para efectuar el atentado.
A Timothy McVeigh no le importaban las víctimas. Según él, aunque no eran culpables, trabajaban para un "Imperio del mal".
La mañana del día 19, aniversario de la matanza de Wacco, el terrorista estacionó el vehículo-bomba frente al Edificio Federal Alfred P. Murrah, que albergaba oficinas del FBI y una guardería para los hijos de los empleados. Encima llevaba una pistola semiautomática Glock de 9 mm para el caso de que fuera capturado.
A causa de la explosión murieron 168 personas, entre ellos 19 niños (400 resultaron heridas). Otra persona murió mientras prestaba servicios de rescate. La intención de McVeigh no era la de matar niños ni civiles ajenos al gobierno, ya que este hecho empañaría su mensaje político; sin embargo no sintió lástima por ellos, y cuando fue detenido declaró que no habían sido más que "daños colaterales" del atentado.
Mientras huía, McVeigh fue detenido por un agente de policía por carecer de matrícula y llevar un arma de fuego.
Tras dos días de investigación, fue acusado de ser el autor material de la matanza.
El 13 de junio de 1997, fue declarado culpable y condenado a muerte.
El 11 de junio de 2001, fue ejecutado con la inyección letal

Según sus abogados, las últimas palabras de McVeigh antes de su ejecución incluyen unos versos de un poeta inglés del siglo XIX. Se trata del poema "Invictus", del escritor y crítico William Ernest Henley, que finaliza así:
"No importa cuán angosta sea la puerta
Ni cuán lleno de castigos esté el pergamino
Yo soy el dueño de mi destino:
Yo soy el capitán de mi alma".

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